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Un grupo de mujeres, cuyas casas fueron destruidas por el ciclón Chido en la provincia de Cabo Delgado, en Mozambique, recogen agua de una escuela local, en diciembre de 2024.
GINEBRA – Más de 25.000 personas se han visto obligadas a desplazarse en Mozambique en cuestión de semanas. Estas se suman a los cerca de 1,3 millones de personas desplazadas en el país por el conflicto armado, los ciclones y la sequía. ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, al igual que otros actores humanitarios, está dando la voz de alarma ante el agotamiento de la financiación, ya que su capacidad para proteger y ayudar a los más necesitados está al límite.
La provincia de Cabo Delgado, que cuenta con importantes reservas de gas y otros valiosos recursos naturales, como gemas y minerales, y donde tienen presencia varias empresas multinacionales, es el epicentro de un conflicto incesante que provoca cada vez más desplazamientos internos. Los ataques de grupos armados no estatales contra la población civil y la infraestructura no cesan, obligando a la población a huir y perturbando los esfuerzos por encontrar soluciones y permitir el desarrollo. Miles de personas han perdido sus hogares, muchos por segunda o tercera vez, y buscan seguridad en comunidades ya desbordadas.
Zonas que antes se consideraban relativamente estables se están viendo afectadas por la extensión del conflicto y los enfrentamientos están alcanzando nuevas provincias. Ancuabe y Montepuez se encuentran entre las más afectadas, con 14.929 y 5.370 nuevos desplazamientos, respectivamente, al mes de abril. En la provincia de Niassa, donde los desplazamientos habían sido limitados, más de 2.000 personas se han visto forzadas a huir desde el 19 de marzo.
Estos acontecimientos se producen en un momento de extrema tensión en la respuesta humanitaria en Mozambique. En general, las organizaciones se enfrentan a presupuestos cada vez más reducidos, mientras que las necesidades siguen aumentando. El resultado es una ecuación peligrosa: menos fondos y más personas necesitadas.
Mozambique se enfrenta simultáneamente a una triple crisis: conflicto armado y desplazamiento, fenómenos meteorológicos extremos recurrentes y meses de disturbios postelectorales. En marzo, el ciclón Jude tocó tierra en la provincia de Nampula, convirtiéndose en el tercer gran ciclón que azota el país en sólo tres meses. Estas tormentas devastaron zonas en las que se habían refugiado familias desplazadas por el conflicto armado, agravando unas necesidades humanitarias ya de por sí apremiantes.
Anteriormente, los disturbios en las calles de finales de 2024 llevaron a algunos mozambiqueños a buscar protección en el vecino Malawi. Desde entonces, la mayoría ha regresado voluntariamente, pero la experiencia sigue siendo un duro recordatorio de lo frágil que se ha vuelto la situación. En total, 5,2 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en el país.
En este difícil entorno, la capacidad de respuesta de ACNUR se ve gravemente limitada por una grave falta de financiación. Las necesidades de protección, incluido el apoyo a las personas supervivientes de violencia de género, la provisión de servicios de salud mental y el a la documentación civil, superan con creces los recursos disponibles.
ACNUR también está preocupado por el impacto de los recortes de financiación en la respuesta a las necesidades de la población refugiada. En lo que va de año, sólo hemos recibido el 32% de los 42,7 millones de dólares necesarios para ese efecto. De hecho, Mozambique acoge a unas 25.000 personas refugiadas y solicitantes de asilo (principalmente de la República Democrática del Congo) que – como personas de interés de ACNUR en el país – se suman a los 710.000 desplazados internos y las más de 600.000 personas que ya retornaron a sus distritos de origen. En el asentamiento de refugiados de Maratane, en la provincia de Nampula, ACNUR podría verse obligado a suspender su apoyo a servicios esenciales como la atención sanitaria y la educación debido a la falta de financiación.
El gobierno y el pueblo de Mozambique han mostrado constantemente su compromiso de acoger y apoyar a las personas refugiadas y desplazadas internas, a pesar de ser uno de los países más pobres del mundo. Las comunidades de todo el país también han demostrado una profunda solidaridad. Pero no es justo ni realista esperar que Mozambique soporte esta carga sin apoyo.
En la actualidad, la triple crisis está provocando una crisis económica silenciosa. Los precios de los alimentos, ya muy elevados, se han disparado en los últimos meses, a menudo entre un 10% y un 20%, mientras que los ingresos de la población siguen disminuyendo. El elevado nivel de endeudamiento público limita la capacidad de intervención del gobierno.
Se está gestando una tormenta perfecta. Si damos la espalda ahora, el país se enfrentará a una emergencia humanitaria mucho mayor. La crisis se está desencadenando en este momento. Podemos elegir. Podemos actuar para prevenir, apoyar y proteger. O podemos cruzarnos de brazos.
Para más información sobre este tema, de favor ar a: 54m24
- En Pemba, Isadora Zoni, [email protected], +258 84 430 1425
- En Pretoria (regional), Duniya Aslam Khan, [email protected], +27 84 585 720
- En Ginebra, Eujin Byun, [email protected], +41 79 747 8719